Por Teresa Tovar Samanez | Diario UNO
A raíz de las Alianzas Público Privadas ha empezado en Perú un debate sobre privatización en educación y conviene considerar elementos conceptuales claves. La Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación-CLADE, que reúne representantes de 16 países, plantea 5 puntos:
Está afianzándose una visión instrumental en la Educación como vía para formar capital humano que aporte al crecimiento económico y la productividad. Se deja de lado el concepto de educación como derecho humano fundamental, como un fin en sí mismo y se diluye el rol público de la educación para contribuir a construir sociedades justas. La consecuencia de la instrumentalización de la educación es la imposición de reformas que subordinan el sentido del proceso educativo a su rendimiento económico.
Hay una disputa de sentidos: a) La “endoprivatización” que entiende calidad educativa como paquete de logros mensurables y pruebas estandarizadas y presupone una concepción de escuela “fábrica” y de estudiante “producto”. b) La educación concebida como derecho humano y lo público como espacio complejo, diverso, plural en donde la dignidad humana es el horizonte y exige garantizar una educación al alcance de todos, sin barreras y de calidad: saberes, recursos y destrezas que vivir dignamente y ser ciudadano pleno.
La instalación del lucro en la educación. El acceso al conocimiento se elitiza de acuerdo a la capacidad de pago y la educación se convierte en una mercancía altamente rentable. La privatización es de 2 tipos: a) Exoprivatización: de escuelas enteras, la oferta privada sustituye directamente al Estado que abandona su responsabilidad de ofrecer educación pública; b) Endoprivatización: de componentes (materiales, formación docente, asesorías servicios, etc.) que se comercializan como mercancías educativas y configuran mercados que generan lucro. Son ocasión de lobbys y se viabilizan a través de las “alianzas público-privadas”. La mercantilización de la educación da lugar créditos estudiantiles en educación superior y a formas de gestión privada con fondos públicos (vía cheques escolares o “vouchers”).
La dilución de lo público. Se concibe a las familias como clientes y el rol que se asigna al Estado ya no es proveer sino regular la oferta educativa. Se privatiza la dimensión de la educación como “asunto público” y se justifica la intervención privada para cubrir el vacío de Estado. Las sociedades se acomodan a la ausencia de Estado. CLADE plantea que la opción de las familias de ir a una escuela privada no debe ser por ausencia o precarización de la oferta pública.
Se instala sin mayor evidencia el mito de la superioridad de la educación privada junto a la tipificación del Estado como ineficaz por naturaleza. Se compara resultados de “rendimiento” sin considerar la profunda estructura de desigualdad social y la histórica falta de atención y financiación de la escuela pública.
Cualquier parecido con la realidad peruana no es casualidad.