1. Las escuelas fueron siempre para privilegiados en el siglo XIX y parte del XX; fueron para los hijos de las pocas familias que dominaban la política y la economía; pero después de las revoluciones sociales del siglo XX, la escuela se abrió para el pueblo. Los gobiernos tuvieron la obligación de destinar una parte del presupuesto público para mantener las escuelas y pagar el trabajo de profesores con el fin de que todos los niños y jóvenes del país tengan asegurada una educación escolar gratuita y –dado que los gobiernos eran laicos por los antecedentes históricos- se decretó que la enseñanza en México además de pública, debería ser gratuita y laica.
2. Con los funestos antecedentes de que la educación sólo era para privilegiados y contribuía a mantener el sistema de dominación de una minoría aristócrata que despreciaba a la población, la revolución mexicana vino a poner las cosas que estaban de cabeza de pie. ¿Cómo seguir permitiendo que el pueblo trabajador –productor de la riqueza que todos consumimos- no tenga acceso a la educación, a los servicios de salud, a la vivienda y asistencia social? O, como dijo en el siglo XIX el doctor Mora: “El gobierno o el Estado no puede dejar a particulares la educación de las mentes de los niños y los jóvenes si no quiere condenarse”. Así el Estado se responsabilizó.
3. Pero para que no parezca un monopolio cerrado, permitió que particulares abran sus escuelitas para riquillos, pero sólo representando un cinco por ciento de la escuela nacional. Hasta hace 50 años, es decir en los años sesenta, las escuelas confesionales de paga para riquillos eran muy pocas y representaban un pequeño porcentaje de la educación nacional. La escuela pública era suficiente para atender casi toda la demanda educativa. Pero a partir de los ochenta, es decir, con la llegada de las crisis económicas y del neoliberalismo, los gobiernos de De la Madrid y Salinas firmaron acuerdos con el FMI para reducir drásticamente el gasto social en salud, educación, y demás.
4. De acuerdo con la UNESCO en los años 50 se había acordado que cada país aplicara por lo menos un ocho por ciento del PIB a la educación con el fin de que las naciones consoliden su desarrollo. Nunca se puso en práctica esta recomendación y nuestras estadísticas señalan que sólo se aplicó la mitad, es decir, un 3.9, un 4 o un 4.1 por ciento provocando atrasos en educación. Pero a partir de 1982, con las obligaciones del FMI, se comenzaron a congelar y desviar los presupuestos públicos y a impulsar las privatizaciones. Se comenzó a meter en crisis a la escuela pública y al mismo tiempo a impulsar a la escuela privada. Desde entonces se disparó el negocio privado de las escuelas.
5. Los padres de familia, en vez de luchar por una buena educación pública y gratuita, contaminados por la ideología de los riquillos en el sentido de que la escuela pública es para los pobres y los colegios particulares para quienes tienen aspiraciones de progresar, con muchos sacrificios comenzaron a pagar escuelas particulares “muy limpias, disciplinadas y hasta religiosas”. Mientras tanto el gobierno continuaba desatendiendo la educación pública y gratuita y con ello empujando a más familias a que lleven a sus hijos a escuela particulares. Han crecido tanto que de aquel cinco por ciento que se cedió a las privadas, ahora se informa de un 35 a 40 por ciento.
6. En estos días se ha hablado de la imposición del IVA a las cuotas escolares en colegios privados. Fuera de que pudiera haber algunos dueños de escuelas honestos y procupados por la educación, se ha demostrado hasta la saciedad que el 99 por ciento de las escuelas privadas son verdaderos negocios económicos. Hace apenas dos semanas se publicó que de mil y pico de escuelas privadas sólo 19 eran buenas y hoy salió a la luz pública que en México sólo la UNAM (Universidad Pública) destacaba entre las 200 universidades del mundo. El gobierno de México, en vez de seguir impulsando apoyos a las escuelas privadas, tiene la obligación de atender a la educación pública, gratuita y laica.
7. En este contexto debe ubicarse las luchas de los maestros de la Coordinadora (CNTE). Ellos no luchan por intereses particulares egoístas sino por una educación pública y gratuita que esté al servicio del pueblo. Luchan contra una reforma educativa que impone el gobierno que busca privatizar toda la educación alejándola cada vez más de las necesidades de los sectores pobres y humildes que son quienes producen la riqueza que todos consumimos. Así que no quiero pensar si se debe poner IVA o no a lo que pagan los padres por la educación privada a sus hijos. ¿Por qué no apoyar la lucha de los profesores por una escuela gratuita con buen nivel académico para todos los estudiantes?
Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com