Escuelas de bajo costo: lejos de la justicia, la equidad y la calidad educativa

Por Adelaida Entenza, de la CLADE

Lourdes Nique

Lourdes Nique

Bajo el título “Lo barato sale caro: escuelas de bajo costo y equidad” el investigador Juan Espíndola* plantea una serie de cuestionamientos al artículo “Panamá: las escuelas de bajo costo como alternativa de equidad, publicado por la Gaceta de la Política Nacional de Evaluación Educativa en México (INEE), en el que se recogen las opiniones del profesor Martín Krause y la consultora Irene Giménez, autores de un estudio sobre estas tipo de escuelas en Panamá.

Al poner de relieve las implicancias de este tipo de iniciativas, Espíndola se refiere a quienes las elogian como mercaderes que ofrecen una solución de mercado para alcanzar la justicia, la equidad y la calidad educativa. Señala que esta solución novedosa que proponen consiste en “apostar por las escuelas de bajo costo (EBC), ese milagro pedagógico que se produce al tomar un espacio cualquiera (un garaje desaprovechado, un sótano sin uso, un almacén olvidado) y convertirlo en aula, metiendo luego ahí a uno o varios “maestros” sin ninguna acreditación ni preparación pero con mucho entusiasmo, y consiguiendo así, sin mucho dinero de por medio, aprendizajes de calidad. Todo ello puesto en marcha con el resorte del lucro y sin el respaldo del Estado.

En relación a la investigación del profesor Martín Krause y de la consultora Irene Giménez, sostiene que el argumento, la conclusión y la motivación de la propuesta son superficiales e ideológicas. Cuestiona los elogios que los autores plantean a estas escuelas, la comparación que hacen con las escuelas públicas, y en particular la referencia relacionada a los esfuerzos que hacen las familias de escasos recursos para llevar a sus hijas/os a lo que consideran “mejores escuelas”. Expresa que “(…) quizás el entusiasmo del descubrimiento impidió a los autores entender que para muchas familias pobres, “reorganizar su presupuesto” para pagar una colegiatura implica hacer sacrificios enormes. En muchos casos, la “reorganización presupuestal” antes mencionada puede colocar a las familias en cuestión por debajo de la línea de pobreza u orillarla a tomar decisiones injustas, como por ejemplo la de anteponer la educación de los hombres a la de las mujeres, estrategia que en sociedad patriarcales se percibe como más rentable; con esto, el argumento de la equidad a favor de las EBC se desfonda”

Sobre el diagnóstico del problema educativo en Panamá, afirma que los autores “recitan un rosario neoliberal” colocando al Estado, las regulaciones estatales y los sindicatos como parte del problema, pasando luego a refutar las soluciones propuestas por Krause y Giménez, las que se centran en la desregulación completa de las instituciones educativas preuniversitarias y los vouchers [especie de bono que el Estado concede a las y los estudiantes para que puedan matricularse en escuelas privadas].

En sus argumentaciones, Espíndola subraya que las EBC están lejos de mejorar la calidad en la educación, que no son una alternativa de equidad y que la propuesta de desregulación es incompatible con un espíritu igualitario.

Señala además que las grandes corporaciones privadas ya vieron el negocio en este campo, y menciona en tal sentido a la empresa Pearson. También hace referencia a los organismos internacionales como el Banco Mundial y a las fundaciones privadas de Bill Gates o Mark Zuckerberg, cuestionando que hayan preferido invertir millones de dólares en EBC en lugar de financiar a los sistemas educativos públicos.

*Juan Espíndola Mata es investigador de Cátedras CONACYT y del Programa Interdisciplinario de Políticas y Prácticas Educativas del Centro de Investigación y Docencia Económicas – CIDE de México.

Deja aquí tú opinión

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *