México: Más escuelas “patito”, sin compromisos con la educación de alta calidad

El número de universidades privadas en México se duplicó al llegar a 2,858 e los últimos ocho años, donde estudian 1.2 millones de jóvenes (33 de cada 100 universitarios); sin embargo, dichos establecimientos no tiene supervisión 

Fuente: Diário de Yucatán

La fachada de un instituto privado de computación que funciona en un predio en notorias malas condiciones en Torreón, Coahuila. Foto: Diário de Yucatán

La fachada de un instituto privado de computación que funciona en un predio en notorias malas condiciones en Torreón, Coahuila. Foto: Diário de Yucatán

AGENCIA PAR.- En México no hay incentivos para las universidades privadas que buscan acreditar voluntariamente su calidad, aunque cumplir con la ley no garantiza la excelencia

Esteban fue rechazado por la universidad pública. Este año ingresó a una universidad privada de bajo costo: “No te exigen mucho, los profesores en realidad no están comprometidos con la enseñanza”. Su escuela le garantiza un título, pero no calidad y excelencia educativa.

En los últimos ocho años, el número de universidades privadas se duplicó al llegar a 2,858 instituciones con más de cinco mil planteles o escuelas en todo el país.

Pero de ese universo de opciones, sólo 113 instituciones están acreditadas por la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (Fimpes), única instancia que certifica la calidad de una institución privada. A ello se suman 321 planteles que ofrecen al menos un plan de calidad otorgado por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (Copaes).

Periódicos Asociados en Red (PAR) revisó las condiciones en que operan universidades privadas en nueve estados: Jalisco, Yucatán, Durango, Sonora, Coahuila, Baja California, Tabasco, Sinaloa y Veracruz.

Fácil y barato

Abrir una universidad es fácil y barato: en Sonora bastan 667 pesos para dar de alta un plan de estudios (en Baja California es gratis). Muchas instituciones se instalan en planteles improvisados: bodegas o casas que carecen de infraestructura básica como laboratorios, bibliotecas o centro de cómputo. En algunos casos, cuentan con menos de 500 alumnos y personal multifacético. Por ejemplo, en Durango 24 profesores de un instituto imparten once licenciaturas, dos maestrías y un doctorado.

En Baja California, las autoridades cerraron el año pasado una “universidad” que estaba adentro de un centro comercial. En Jalisco y Coahuila, carecen de registro a nivel estatal de inspecciones a universidades privadas. Con mensualidades de hasta 600 pesos, en muchas ocasiones la oferta se orienta según el mercado. Es el caso de Tabasco, en donde hay un “boom” de escuelas que ofrecen ingeniería petrolera en su matrícula.

En universidades privadas estudian 1.2 millones de jóvenes (33 de cada 100 universitarios), muchos de ellos, rechazados de universidades públicas. El problema, indica Rodrigo Guerra Botello, secretario general de la Fimpes, es que  son demasiadas las universidades, “ni las inspeccionan porque son muchas ni las cierran porque no les es conveniente, y tampoco las incentivan”.

El problema es que en el país no hay supervisión efectiva a las que operan de manera improvisada. Por otra parte, cumplir con la ley actual sólo significa que se atienden los requisitos mínimos para abrir y operar una escuela: la posesión de un inmueble, tener una plantilla de profesores y el pago del Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE) por cada plan de estudio.

Educación | Calidad

“Cumplir los requisitos básicos no garantiza que haya calidad”, dice el secretario de la Fimpes.

Deficiente inspección

A la falta de garantía en la calidad se suma deficiente inspección de autoridades a las instituciones particulares, pues la ley no obliga a supervisar, sólo sugiere al menos dos inspecciones por año.

Incentivos

Juan Carlos del Castillo Vázquez, director técnico de Copaes, pide diseñar mecanismos que incentiven la acreditación de excelencia.

En último lugar

El 85 por ciento de los planteles con RVOE federal en el país están en el último lugar por su compromiso con la calidad y sólo el 4 por ciento tiene niveles de excelencia, según la última evaluación de la SEP. El diagnóstico añade: seis de cada 10 planteles carece de un estricto proceso de evaluación del aprendizaje.

Cierra puertas

La falta de competencias laborales cierra puertas a los egresados, según la Encuesta de Competencias Profesionales 2014 del Centro de Investigación para el Desarrollo: “sus títulos y estudios carecen de valor, pues no ofrecen lo que el mercado busca ni lo que el país necesita para ser competitivo”, concluye tras encuestar a 500 empresas.

Lee también: Escuelas patito, un engaño para pobres. El Universal.

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