Amsterdam: “Nos rebelamos contra la comercialización de la Universidad”

Alumnos y profesores de la Universidad de Ámsterdam piden democracia para el centro mediante una revolución histórica

Fuente: Estatsblog

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Holanda está viviendo una revolución histórica. Profesores y alumnos de la Universidad de Ámsterdam se han rebelado contra la dirección del centro. Según los protestantes, su gestión basada en los beneficios económicos es la causa de la abultada crisis financiera que sufre la entidad (se rumorea que entre 12 y 13 millones de euros).

La dirección de la Universidad ha anunciado fuertes recortes para el año que viene. Entre otras cosas, eliminar varias carreras del programa de Humanidades como Filosofía, Historia o las Literaturas (o agruparlas todas en un solo grado: Artes Liberales); cancelar los masters con menos de 20 alumnos y vender el edificio de la Facultad de Humanidades para construir un club privado británico.

Durante dos meses, centenares de estudiantes y catedráticos han ocupado edificios clave del centro para pedir claridad de cuentas y la democratización de la administración. Hoy se ha terminado la ocupación con una gran marcha por las calles de Ámsterdam. Para conocer las entrañas del movimiento y sus logros hablé con Enzo Rossi, profesor de la Universidad y activista en las protestas.

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Foto: Guido van Nispen. Derecha Enzo Rossi (CC BY 2.0)

¿Cómo empezó el movimiento?
El 13 de febrero, un pequeño grupo de profesores y estudiantes de la Facultad de Humanidades ocuparon la sede, el Bungehuis. El colectivo protestaba contra los fuertes recortes que supuestamente habrá el año que viene.

¿Qué dijo la dirección de la Universidad?
Amenazaron legalmente a los ocupantes. Reclamaron hasta 100.000€ por día y persona a todo aquel que entrase o estuviera dentro del Bungehuis. El juez de la corte del distrito de Amsterdam no aceptó la sanción económica pero sí ordenó el desalojo del edificio.
Eso es mucho dinero.
Nos pareció inaceptable, una locura. Publicamos una carta abierta avisando al Consejo de Administración que no solo tendrían que multar a los ocupantes pacíficos del Bungehuis, sino también a decenas de catedráticos de todo el país que estuvieron allí. La firmamos casi 300 profesores.

¿Cómo reaccionaron las otras facultades de la Universidad?
Ha habido divergencia con la idea de la ocupación. Pero mayoritariamente apoyan el mensaje de la protesta. La clave es que a parte de la democratización del centro, también queremos la descentralización de la gestión. Eso permitiría a cada facultad decidir cómo debe ser su método de educación.

¿Cómo terminó la ocupación de la Facultad de Humanidades?
Hubo negociaciones entre la dirección y los protestantes durante algunos días pero al final enviaron a la policía. Después de 11 días de ocupación se desalojó el Bungehuis con algo de violencia. Arrestaron a unas 40 personas (lo informes oficiales dicen 46). Algunos no quisieron identificarse y estuvieron detenidos durante 2 días.
Entonces nació la segunda ocupación, precisamente en la sede de la dirección.
El desalojo del Bungehuis fue el catalizador real del movimiento. Después de eso, las protestas ya no eran solo cosa de la Facultad de Humanidades. Al día siguiente hubo una gran manifestación con miles de personas por las calles de Ámsterdam. La marcha terminó en el Maagdenhuis, el edificio principal de la dirección de la Universidad. Serían las 6 o 7 de la tarde, la gente estaba cantando. Abrimos las puertas y entramos.

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Y una vez dentro, ¿qué?
Tuvimos una asamblea general para decidir qué hacíamos con el edificio. Decidimos ocuparlo. Esa misma noche el presidente del Universidad y el alcalde de Ámsterdam vinieron para dialogar y hubo un debate público con ellos.

¿Sirvió para algo?
El alcalde estuvo razonable, pero el presidente de la Universidad cometió un error, dijo: «Si sois gente honrada y democrática marcharos, este es nuestro edifico». Eso enojó a la gente. Ese edifico pertenece a toda la comunidad universitaria, no solo a la dirección.
Y a partir de ese día, profesores y alumnos empiezan a convivir allí dentro.
Al principio, la mayoría eran alumnos. Luego, muchos profesores se involucraron en diferentes actividades y algunos también pasaban las noches. Creamos asambleas, debates, lecturas. Entre todos teníamos que decidir los pasos a seguir para lograr el objetivo: rebelarnos contra una Universidad basada ​​en los beneficios económicos.

¿Qué grupos dirigieron la ocupación?
Hay diferentes colectivos. Principalmente: el colectivo estudiantil, De Nieuwe Universiteit; el de los profesores y demás personal del centro, RethinkUvA y uno más reducido pero que es el originario de toda la protesta, Humanities Rally.

¿Cómo ha sido la organización entre todos los colectivos?
Principalmente con asambleas. También tenemos grupos de Facebook, de WhatsApp y páginas web donde publicamos lo que hacemos y discutimos. Pero la mayoría del trabajo lo hemos hecho en persona, discutiendo durante horas entre todos. Hablando, votando.

¿Quién podía entrar en el edificio durante la ocupación?
El edificio ha estado abierto a todo el mundo. No lo llamamos ocupación, sino reapropiación. Lo que hizo especial a esta protesta fue la ausencia de barricadas. Si las tienes, la gente no puede entrar, los intelectuales no pueden dar charlas, los periodistas no pueden entender lo que ocurre dentro. ¡No puedes difundir tu mensaje!

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

¿Y la seguridad?
La Universidad tuvo allí a dos guardas de seguridad día y noche. Es una compañía privada que trabaja para el centro y que ha hecho su trabajo. Han sido de gran ayuda resolviendo pequeños problemas fuera del edificio durante las noches.

Después de casi un mes dentro, ¿qué habéis logrado?
Algo histórico. Hemos llegado a un acuerdo con la dirección de la Universidad y los sindicatos para la creación de dos comités independientes. Uno para investigar las finanzas de la entidad y ver de donde viene su crisis financiera. Y otro para buscar vías para la descentralización y la democratización del centro. Lo importante es que estos comités podrán hacer recomendaciones a la dirección y si hay consenso tendrán que ser implementadas.

¿Cual ha sido la clave del éxito?
Ser pragmáticos. Ser realistas con nuestras demandas, así hemos tenido repercusión y hemos avergonzado a la administración de la Universidad por su gestión de los recursos.

¿Cuál es el siguiente paso?
Lo que representa esta ocupación ya es historia. Esta etapa se ha acabado. Ahora estamos concentrados en la creación de los comités. Pero la clave será que el movimiento se mantenga vivo fuera del edificio. Tiene que convertirse en algo nacional para poder presionar al Gobierno.

¿Por qué?
La ley holandesa dice que las administraciones universitaria no pueden ser elegidas democráticamente. Tenemos que cambiar esto. Estamos en contacto con los partidos políticos y en las próximas semanas habrá un debate de dos días en el Parlamento holandés. El director de la Universidad de Ámsterdam estará allí para hablar de los sucedido y nosotros también.

¿Os sentís apoyados por la sociedad holandesa?
Muchas gente que no está afiliada a los colectivos ha venido para cocinar, ayudar con la limpieza y donar diferentes cosas. La opinión pública ha sido, de lejos, muy positiva. La prensa nos ha tratado bien.

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

Foto: Guido van Nispen. (CC BY 2.0)

¿Se está expandiendo la protesta a otros centros?
La universidades holandesas están en shock. Algunos de nuestros estudiantes están en contacto con otras facultades compartiendo experiencias. Incluso algunos están viajando a otros países con situaciones similares. Hemos recibido muchos gestos de apoyo a nivel internacional, por ejemplo desde Londres. Algo está naciendo allí también.

¿Cómo ha sido la convivencia entre profesores y alumnos?
Las clases han seguido con normalidad, ha sido curioso. Un viernes por la mañana estás dando clase a un alumno y por la tarde discutes con él sobre cómo debe ser la Universidad. Ahora nos sentimos mucho más cercanos los unos con los otros. Ha sido muy productivo.
Son situaciones excepcionales.
Intentas separar tu rol de activista, es evidente. En clase no hablamos de las protestas. Son dos cosas distintas. Pero hemos notado que antes había muchos alumnos desconectados de la política y ahora tienen una conciencia mayor sobre su importancia.

¿Con qué te quedas?
Solía ser un poco cínico sobre la política. Pero después de lo sucedido aquí tengo la fé renovada en el poder del activismo. Ha sido una gran lección para mi. Realmente estoy muy agradecido con los estudiantes. Los profesores hemos trabajo duro, pero sin los jóvenes esto nunca habría ocurrido.

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