La edición del 1° de agosto de 2015 del semanario británico The Economist publicó dos artículos sobre el aumento de la educación privada en los países en desarrollo: “El aprendizaje desatado” y “La escuela de $1 a la semana“. Los artículos alegan supuestos beneficios del modelo de escuela privada de bajo costo. Ambos artículos se manifiestan firmemente a favor de la educación privada, pidiendo a los gobiernos para que ayuden a cualquiera de las escuelas privadas o “se aparten de su camino.” Los artículos generaron una serie de respuestas de organizaciones e individuos de todo el mundo. Una selección de estas fue publicada en la sección Cartas de la edición del 22 de agosto, tanto en forma impresa y en línea, pero no todas las respuestas fueron incluidas. A continuación una recopilación de las respuestas breves enviadas a The Economist, entre ellas varias que no se publicaron.
Fuente: Material copilado por el Education Support Program, Open Society | Traducción: María Mercedes Salgado | Read this text in English
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David Archer, Coordinador del Programa de Desarrollo, ActionAid
Reino Unido
Contacto david.archer@actionaid.org
Me decepcionó leer sus artículos del 1° de agosto sobre las escuelas privadas de bajo costo. Su titular principal “Escuelas de $1 a la semana” es erróneo pues en la práctica estas escuelas cobran invariablemente el doble o el triple. Esto puede parecer barato para nosotros/as, pero para una familia con 3 o 4 niños/as que vive con un dólar al día eso representa su ingreso total (antes de consumir cualquier alimento).
Estas escuelas no ayudan a ampliar el acceso de las y los 58 millones de niñas/os que siguen sin escolarizarse. Más bien atraen a las y los niñas/os (especialmente a los varones), con el apoyo de los padres que pueden pagar, sacándolos de las escuelas del gobierno (donde podrían aprender lo mismo). Cuando las investigaciones controlan propiamente el nivel socioeconómico de las madres y padres, estas escuelas no marcan casi ninguna diferencia en el aprendizaje de las niñas y niños (véase por ejemplo la Rigurosa Revisión de la Investigación sobre el Papel y el Impacto de las Escuelas Privadas, DFID et al 2014). Es un viejo truco pero inteligente – para atraer a las y los estudiantes que van mejor y que luego declaren que su escuela ha marcado la diferencia. En la práctica es a menudo una estafa, engañando relativamente a madres y padres vulnerables socioeconómicamente que tanto necesitan esos ingresos.
Hay grandes retos para mejorar la calidad de las escuelas públicas de todo el mundo, pero no hay grandes misterios sobre cómo hacerlo. Necesitamos docentes bien capacitadas/os que trabajen con clases de tamaños manejables en escuelas responsables. En el futuro espero que The Economist dé igual cobertura a la importante labor que en este sentido realizan en todo el mundo ActionAid y muchos otros – en lugar de defender un medio de distracción impulsado más por la ideología que por las evidencias.
[publicada parcialmente en The Economist en línea]
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Steven Klees, Harold R. W. Benjamin Profesor de Educación Internacional & Comparada, Universidad de Maryland
Estados Unidos
Contacto: sklees@umd.edu
Como economista que trabaja en educación, me sentí consternado por sus dos artículos sobre las escuelas con fines de lucro para las personas más vulnerables económicamente en países en desarrollo (1º de agosto). Su interpretación extremadamente unilateral ignora muchas cuestiones. Estas escuelas no son baratas para las personas pobres que a menudo se enfrentan a la disyuntiva de elegir entre la educación privada y los gastos necesarios para la alimentación y la salud, sobre todo cuando tienen varios/as hijos/as. La investigación ha demostrado que la mayoría de estas escuelas privadas son de muy baja calidad. La razón por la que muchas madres y padres pobres “votan con los pies” escogiendo una escuela privada se debe a que hace más de 30 años The Economist – como el fundamentalismo de mercado – han diezmado a los gobiernos y, en consecuencia, las escuelas públicas a veces son peores. El editorial de The Economist en realidad recomienda “idealmente” tomar aún más recursos de los gobiernos para subvencionar estas escuelas privadas – ¡tanto para la libre empresa! La respuesta es no privatizar un bien público, que promueve la estratificación la educación y aumenta las desigualdades, sino financiar plenamente las escuelas públicas y estas escuelas privadas irán a la quiebra como corresponde. Puede ser racional, desde el punto de vista de cada uno/a, enviar a su hija o hijo a una escuela privada, pero apoyar esto de cualquier manera es una mala política pública, y constituye una burla al amplio acuerdo internacional sobre el derecho de los niños a la educación gratuita.
[publicada parcialmente en The Economist en línea]
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Sylvain Aubry, investigador y asesor de incidencia política, Iniciativa Global para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales
Francia
Contacto: sylvain@globalinitiative-escr.org
El tema del papel que se le da a las escuelas privadas en los sistemas educativos, en particular en los países en desarrollo, es un debate complejo que necesariamente requiere una reflexión matizada.
Sin embargo, sus artículos del 1º de agosto sobre las escuelas privadas de bajo costo y la educación con fines de lucro carecen exactamente del matiz que los haría útiles y confiables. Los artículos – con razón – describen algunos de los desafíos que enfrentan las escuelas públicas, pero ignoran la evidencia de que las escuelas privadas muestran también mala calidad o poca innovación – como por ejemplo el último y bien resumido Informe de Seguimiento Global de la Educación Para Todos (p 216). Están llenos de auto-contradicciones: a modo de ejemplo, por un lado, “los gobiernos que son demasiado desorganizados o corruptos” y “deberían apartarse del camino”, mientras que ustedes le recomiendan a estos mismos gobiernos incapaces a “subsidiar las escuelas privadas”, “regular las escuelas para garantizar la calidad” y “ejecutar exámenes públicos” – ignorando aparentemente los propios escándalos de las empresas de educación. Y así sucesivamente – hay muchos otros descuidos que revelan el profundo sesgo conceptual del artículo en apoyo de las escuelas privadas.
En este contexto, tal vez lo más lamentable es la afirmación sobre aquellos cuyo desacuerdo es “ideológico” – Cito: “Las ONG tienen la tendencia a oponerse ideológicamente al sector privado”. Esta es una expresión poco apropiada porque al lado de docenas de asociados de la sociedad civil apoyados en la comunidad nacional e internacional – incluyendo a los sindicatos de docentes – hemos estado trabajando duro en los últimos 12 meses en la recopilación de pruebas sobre el terreno, participando en diálogos con todas las partes, e investigando cuál es la base legal que requieren los derechos humanos en la cual las escuelas privadas pueden y deberían estar autorizadas a operar. Lejos de oponernos a las escuelas privadas, lejos de ignorar la realidad compleja – que vivimos todos los días – de la escolarización en los países en desarrollo, estamos buscando soluciones prácticas que respeten los principios de los derechos humanos. No soluciones desinformadas como la sugerencia simplista de proporcionar vales que ” los padres recargan” cuando se ha demostrado en Chile que crea grandes e insoportables desigualdades, sino soluciones que garanticen la dignidad humana conforme la protección jurídica del derecho internacional, que garanticen que la educación debe estar principalmente centrada en el mejor interés del niño/a.
¿Son las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos, las opiniones de los cuerpos de expertos de la ONU y del derecho internacional “ideológicos”? No nos vamos a ilusionar. Su falta de rigor en el tratamiento de un tema tan serio no sólo es muy decepcionante, sino también nos llama a reflexionar sobre en qué lado subyace la ideología – y sobre la verdadera influencia de la advertencia que ustedes se hacen a sí mismos, “Pearson, que posee el 50% de The Economist, tiene participaciones en ambos, Bridge y Omega”.
[no publicada por The Economist]
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Mark Goldring, Director Ejecutivo, Oxfam GB
Reino Unido
Contacto: +441865 472498 (Sede de Oxfam GB)
Su artículo sobre la educación en países en desarrollo (“Escuelas de $1 por semana”) argumenta que las escuelas privadas son la mejor opción para las niñas y los niños de familias de bajos ingresos. En efecto, incluso los gastos de escolaridad considerados “bajos” se ha demostrado que son un impedimento común a la asistencia escolar, las familias pobres simplemente no pueden permitirse el lujo de pagarlos. En Ghana, por ejemplo, el envío de un niño o de una niña a la cadena Omega de escuelas de bajo costo demandaría el 40% de los ingresos de los hogares más pobres. Las niñas sufren más cuando se cobran honorarios porque las madres y padres tienen que priorizar y por lo general envían a sus hijos, y no a sus hijas.
Es cierto que muchos gobiernos se están quedando atrás en sus responsabilidades de proporcionar educación pública decente: esto es inaceptable. En lugar de la educación subcontratada de las escuelas privadas de dudosa calidad, los gobiernos que son serios en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, para hacer crecer sus economías necesitan hacer inversiones sostenidas en la construcción de sistemas de educación pública de calidad para que todos los niños y todas las niñas puedan aprovechar los beneficios que les puedan cambiar la vida.
Esto significa conquistar derechos básicos como el de asegurarse que haya suficientes maestras y maestros calificadas/os, materiales didácticos pertinentes y escuelas que sean seguras y accesibles. Para poder responsabilizar a los gobiernos, se necesitan presupuestos transparentes, supervisión adecuada y la participación activa de la comunidad en la gestión escolar. Un mayor apoyo de los donantes, el gasto interno priorizado y la reforma fiscal progresiva pueden ayudar en la financiación.
A menos que los servicios básicos como la educación y la salud sean gratuitos, millones de personas comunes pierden, agravando el deterioro de la desigualdad económica que impide que nuestras comunidades más pobres salgan por sí mismas de la pobreza.
[no publicada por The Economist]
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Dr. Prachi Srivastava, Profesor Asociado, Universidad de Ottawa
Canadá
Contacto: prachi.srivastava@uOttawa.ca
Como alguien que ha sido entrevistado durante casi dos horas para los artículos sobre la educación privada de bajo costo, estoy consternado y sorprendido por la falta de matices.
Mi respuesta se basa en una revisión global de las evidencias como uno de los primeros investigadores que trabaja en este sector, y que también acuñó el término ”escolaridad privada de bajo costo”.
En cuanto a la asequibilidad, debemos preguntarnos ¿”asequible para quién”? Las evidencias en el Asia meridional y África subsahariana son claras. Cuando los hogares de los quintiles inferiores tienen que pagar costos de desembolso directo, el acceso continuado es afectado, sobre todo para las niñas y los niños desfavorecidos. Esto tiene implicaciones graves en la equidad.
En cuanto a los logros, las evidencias son mixtas. Ningún estudio muestra consistentemente las ventajas de escuelas privadas para todos los grupos de estudiantes de las escuelas privadas, en todos los contextos, en todas las asignaturas. Las diferencias en los logros se reducen, y a veces desaparecen, cuando las características de fondo se controlan (educación de las madres y padres, ingresos, clases particulares, etc.). Usted cita como referencia un estudio de la India (presumiblemente un informe ASER) sobre el bajo rendimiento del aprendizaje. Sin embargo, usted no puede explicar que los mismos estudios ASER muestran que los niveles de aprendizaje reales en las escuelas públicas y privadas son pobres en general. De hecho, el estudio ASER de 2009 muestra que en ciertos estados (Andhra Pradesh, Madhya Pradesh, Tamil Nadu) diferencias controladas exhiben una asociación negativa entre la asistencia a la escuela privada y el aprendizaje de idiomas locales.
En relación al costo-eficacia, las evidencias son débiles. Los subsidios del gobierno a las escuelas privadas en el pago de impuestos, concesiones de tierras, becas o ayuda con libros de texto (donde existen) no se contabilizan. El costo de la infraestructura del sector público (por ejemplo, acceso a carreteras, electricidad, agua) no se toma en cuenta. Investigaciones muestran que la mayoría de las escuelas privadas que permanecen abiertas a través del tiempo están ubicadas en lugares relativamente con mejores servicios. Por último, todos los estudios muestran que las escuelas ‘de bajo costo’ mantienen esos bajos costos mediante la contratación de profesoras y profesores menos calificadas/os, peor remuneradas/os (sin duda por debajo de la escala de sueldos aprobados por el gobierno y, a veces por debajo del sueldo mínimo), y de mujeres más jóvenes “ya que son la fuente más barata de trabajo” (Andrabi et al., 2008, p. 331).
Por último, mi investigación sobre los proveedores de servicios secundarios se enmarca dentro la sugerencia de apoyar la expansión de la prestación privada (Informe, párrafo final). En efecto, para mí está claro que las evidencias en este dominio están en pañales y es prematuro sacar tales conclusiones.
[no publicada por The Economist]
Otras respuestas del Dr. Srivastava se pueden encontrar en los siguientes sitios:
From Poverty to Power Blog (Oxfam): http://oxfamblogs.org/fp2p/its-complicated-or-low-fee-private-schooling-what-do-we-really-know/
The Guardian: http://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2015/aug/12/low-fee-private-schools-poverty-development-economist?CMP=share_btn_tw
Diane Ravitch’s Blog: http://dianeravitch.net/2015/08/18/prachi-srivastava-what-do-we-really-know-about-low-fee-private-schooling-a-response-to-the-economist/
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Angelo Gavrielatos, Director de Proyectos, Educación Internacional
Bélgica
Contacto: angelo.gavrielatos@ei-ie.org
Como docentes, sabemos que la realización de la educación pública de calidad para todos los niños y todas las niñas sigue siendo una tarea en desarrollo.
Nuestro compromiso a largo plazo para lograrlo se basa en el hecho de que una escuela pública en cada comunidad es una condición previa para el cumplimiento de nuestra responsabilidad, como miembros de la comunidad internacional, para garantizar que cada niño y cada niña tenga acceso a la educación. También sabemos que si nos tomamos en serio el logro de la excelencia y equidad para todos, las escuelas públicas deben establecer el estándar para la educación de alta calidad así como la equidad en la prestación de la educación que sólo puede realizarse si las escuelas públicas, libre y universalmente accesibles, establecen esta norma.
No sólo es decepcionante, sino también preocupante que el ideal de la educación pública de calidad para todos se encuentre más amenazado que nunca.
Esta amenaza se exhibe públicamente en recientes artículos, o en algunos casos en publirreportajes de autores anónimos, en publicaciones como la de The Economist, que apoyan y promueven la aparición y expansión de las escuelas privadas de bajo costo con fines de lucro en los países en desarrollo, como medio de facilitar el acceso a la escolarización de los hijos de los más pobres de los pobres a quienes se refiere como “clientes”. Así pueden hacer referencia a los niños como unidades económicas.
Tan parcial y sin fundamento es ese “periodismo” que provocó una respuesta inmediata de organizaciones internacionales altamente reconocidas y respetadas como Oxfam y Action Aid, para nombrar dos, que junto con otras, escribieron cartas al editor. Del mismo modo, destacadas/os académicas/os también respondieron condenando el sesgo.
El Dr. Prachi Srivastava, profesor titular asociado de la Escuela de Desarrollo Internacional y Estudios Globales, especializada en el área de la educación y el desarrollo internacional en la Universidad de Ottawa, quedó tan “consternado y sorprendido” porque utilizaron su nombre para legitimar y refrendar las escuelas privadas de bajo costo con fines de lucro que, además de su carta al editor, escribió un artículo con su opinión en The Guardian en base a su investigación académica detallada desbaratando las afirmaciones hechas en uno de los artículos.
Aunque no del todo sorprendido por estos publirreportajes en The Economist – después de todo, en el momento de su publicación, The Economist era dueño todavía del 50 por ciento de la corporación educativa más grande del mundo, Pearson, que tiene intereses en las cadenas de escuelas privadas de bajo costo con fines de lucro tales como las academias Bridge internacional y Omega en Kenia, Ghana y una cantidad de otros países – como maestro estoy profundamente ofendido por el ataque gratuito injustificado a las profesoras y profesores y a nuestros sindicatos en campaña para conseguir mejores oportunidades para cada niña y cada niño en cada clase.
Como docentes nos tomamos muy en serio nuestra responsabilidad para con nuestras/os estudiantes. Todo lo que pedimos, de hecho, exigimos, es que los gobiernos cumplan su obligación con sus ciudadanos más vulnerables, es decir, los niños y niñas.
Más allá de una garantía legislativa para cumplir con su obligación primordial de financiar de manera adecuada y con recursos las escuelas públicas, los gobiernos deben legislar contra actores no estatales que operan las escuelas con fines de lucro, sobre todo cuando reciben, directa o indirectamente, en el país o fuera del territorio, los dólares de las y los contribuyentes destinados al bienestar educativo de las y los estudiantes. (Seguramente los dólares de las y los contribuyentes destinados al bienestar educativo de las y los estudiantes no deben ser desviados para llenar los bolsillos de los multimillonarios y corporaciones globales.)
Además, los gobiernos deben introducir, cuando no existan, y hacer cumplir marcos regulatorios aprobados por la legislación para asegurar altos estándares en la formación de maestros/as, programas de estudios y ambientes de enseñanza. Un contrato social, si se quiere, que ofrezca garantías a los y las estudiantes.
Al atacar la regulación de las instalaciones y la calificación de los maestros, The Economist se declara escandalosamnte en contra de resmas de papel de investigación y pruebas, al decir que “las investigaciones han demostrado en varios países que la calidad de las instalaciones, o las calificaciones de las maestras y maestros y el pago no tiene incidencia en la eficacia de la escuela”.
Este sorprendente ataque a las calificaciones de las maestras y maestros es ponerle el cascabel al gato para los profetas del lucro. El empleo de “maestras/os” no calificadas/os es impulsado por su plan de negocios para maximizar los beneficios. No es de extrañar que en un reciente artículo en The Independent, en que Pearson apoyó las cadenas de bajo costo con fines de lucro, las academias Bridge Internacional que funcionan en Kenia y en otros lugares, protestó contra una posible exigencia del gobierno de que la mitad, no todos, “la mitad de todas las maestras y todos los maestros en cualquier escuela debe tener un título en educación reconocido y se les debe pagar de acuerdo con ello.”
En toda mi vida profesional, todavía necesito conocer a una madre o padre que prefiera que a su hija/o le enseñe una maestras o maestro no calificada/o. Dudo mucho de que el autor/a anónimo/a del publirreportaje o las figuras superiores de Pearson ofrecerían voluntariamente a sus propios/as hijos/as para que un maestro o maestra no calificado/a les enseñe la lectura de un guión.
Si defender el derecho de todo niño y toda niña a tener acceso a un riguroso y rico plan de estudios, impartido por profesores/as calificados/as en entornos seguros, orientados/as hacia una buena enseñanza y aprendizaje es un crimen, entonces somos culpables de las acusaciones.
[no publicada por The Economist]
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Hugh McLean, Director del Programa Apoyo a la Educación, Fundaciones Open Society
Reino Unido
Contacto: hugh.mclean@opensocietyfoundations.org
Su sesión de información sobre la educación con fines de lucro en los países pobres presenta una visión bastante teñida de rosa sobre los beneficios de la enseñanza privada. Hay ambas, buenas escuelas públicas y malas escuelas privadas en esos países. Cualquier enfoque que pretenda poner a los niños y niñas en primer lugar tiene que dar una buena mirada a cómo todo el sistema cumple con el reto de garantizar la igualdad de acceso a una educación inclusiva de calidad para todas y todos. Considere el impacto de la privatización de las escuelas en las niñas. Ya más niños que niñas están matriculados en las escuelas a nivel mundial – aún considerando los honorarios más bajos en los costos de envío de una niña a la escuela significa más niñas que se quedan en casa, y escasos ingresos de las familias gastados en la educación de los hijos/as.
Las y los participantes del sector privado tienen la misma obligación que el Estado en la defensa del derecho a la educación, sobre todo cuando reciben dinero público. Los mismos estudios de donde usted seleccionó sus ejemplos muestran que aun cuando las escuelas privadas de bajo costo funcionen como una escuela estatal local, la calidad de la educación que ofrecen es apenas un poco mejor. Esta no es una solución política para las niñas y niños vulnerables económicamente.
[versión completa publicada en The Economist en línea e impresa]